lunes, 10 de marzo de 2014

Biografias de poetas salvadoreños




 
  

Alfredo Espino nació  en la ciudad de Ahuachapán, a las 5:00 horas del 8 de enero de 1,900, en el seno matrimonial del poeta y docente Alfonso Espino y de la profesora Enriqueta Najarro de Espino, ambos descendientes de familias guatemaltecas y salvadoreñas con fuertes raíces poéticas, docentes y médicas.



Alfredo fue el segundo de un total de nueve hermanos y hermanas: Rubén (1,899) y él nacieron en la cabecera departamental de Ahuachapán, mientras que Miguel Ángel, Hortensia, Aracely, Alfonso, Zelmira y Adalberto vinieron al mundo en la ciudad de Santa Ana.

Desde 1,909 hasta 1,914 realizó sus primeros estudios en la casa familiar y en el Liceo Santaneco, dirigido por Salvador Vides. En 1,915, la familia se traslada a San Salvador. Testimonios de amigos y familiares recuerdan al adolescente modesto y sencillo, de temperamento apacible y hasta retraído, fino humorista en la intimidad y poseedor de una pasmosa memoria, que le permitía repetir verbalmente libros completos.

Además, en secuencia de la tradición familiar, escribía versos, los que mostraba a sus parientes cercanos, cuyas reacciones favorables le producían estados de timidez tales, que se pasaba días enteros escondido en los rincones de la casa.

Se inclinó desde muy joven también por el cultivo de la música, la pintura, la caricatura, el cuento de hadas y la redacción de sainetes uno de los cuales fue escenificado en San Salvador, en agosto de 1,928, por la Escuela de Declamación y Prácticas Escénicas, dirigida por Gerardo de Nieva.

Miembro del grupo de intelectuales conocido como La peña literaria, fue amigo de jóvenes escritores como Salarrué, Quino Caso, Julio Enrique Ávila, Francisco Miranda Ruano, Lilian Serpas, Juan Ulloa y otros más, todos miembros de la pujante y renovadora intelectualidad salvadoreña de ese momento.

PoemaUn rancho y un lucero


Un día ?¡primero Dios!?
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Que más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor...

Y entre aroma de saúcos,
un zenzontle que cantará
y una poza que copiará
pajaritos y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos...

Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría...

Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un "Te quiero"
y huele a sendas en flor...







caudia lars

Carmen Margarita Brannon Vega, nacio en Armenia, 1899 y fallecio en  San Salvador en 1974. Poetisa salvadoreña, una de las voces más sobresalientes de la lírica centroamericana del siglo XX.
Hija de Peter Patrick Brannon, ingeniero norteamericano, y de la salvadoreña Carmen Vega Zelayandía. Claudia Lars estudió en el colegio La Asunción de la ciudad de Santa Ana, donde la joven se decantó por los estudios humanísticos. Religión y poesía se vincularon en su hogar para acrecentar su sensibilidad natural. Desde muy pronto recibió la influencia de los clásicos antiguos y españoles (Góngora, Quevedo, Fray Luis de León), así como Rubén Darío.

Poetisa con tan solo diecisiete años publicó un breve poemario que pasó inadvertido: Tristes mirajes, que vio la luz gracias al poeta Juan José Cañas, uno de sus primeros mentores. En 1919 su padre la envió a los Estados Unidos, a casa de unos familiares en Pennsylvania. Allí conoció a Le Roy Beers, con quien contrajo matrimonio tras un breve período de noviazgo.





La poetisa se instaló en compañía de su nuevo esposo en el barrio de Brooklyn de Nueva York, donde ejerció como profesora de lengua castellana en la Escuela Berlitz. En 1927 tuvo ocasión de regresar a su país junto con su cónyuge. En la capital salvadoreña, a finales de 1927 nació su primer hijo, Le Roy Beers Brannon, que sería el único de Claudia Lars.

Claudia Lars volvió a frecuentar los cenáculos literarios, en especial el congregado alrededor del poeta Alberto Guerra Trigueros. En ese nuevo ambiente la poesía de Claudia Lars fluyó de nuevo con espontaneidad y soltura, lo que se tradujo en 1934 en una nueva entrega lírica: Estrellas en el pozo, publicada en las famosas Ediciones Convivio. Esta obra, bien recibida por críticos y lectores, allanó el camino del siguiente poemario de Claudia Lars, Canción redonda (1936) y La casa de vidrio (1942). En este periodo publicó también Romances de norte y sur (1946), Sonetos (1947) y Ciudad bajo mi voz, libro premiado en el Certamen Conmemorativo del IV Centenario del Título de Ciudad de San Salvador.



En 1948 se instaló en Guatemala en donde conoció a quien habría de convertirse en su segundo esposo, Carlos Samayoa Chinchilla. A su regreso a El Salvador mostró una mayor madurez conceptual y expresiva en el volumen Donde llegan los pasos (1953), al que siguió, dos años después, Escuela de pájaros (1955), un texto con el que se acercaba a los lectores infantiles.

En 1959 publicó Fábula de una verdad y Tierra de infancia, obra que presentó como sus memorias poéticas. En 1961 se imprimió una muestra antológica de sus versos destinados a los niños (Girasol), que se complementó aquel mismo año con una selección del resto de su producción lírica (Presencia en el tiempo). Al año siguiente, su poemario Sobre el ángel y el hombre fue distinguido con el segundo premio del Certamen Nacional de Cultura. Desde su libro inicial, Estrellas en el pozo (1934), el ideal poético de Claudia Lars quedó en evidencia: la transparencia, la sencillez y la ternura como revelación de la belleza, a través de un notable conocimiento formal del verso. El paisaje y los seres que lo habitaban, así como el tema familiar, la influyeron hondamente, como reflejó en La cantora y su pueblo.

poema
La casa de vidrio

Puerta de cristal el día,               Cuelgan las enredaderas

pared de cristal el aire,               sus cortinas de volantes;

techo de cristal el cielo...           la hierba fina es alfombra

¡Dios hizo mi casa grande!        de mariposas fugaces.



Ventanas de maravilla               El agua clara del río

sobre escondidos lugares:         cuaja un puente de diamante;

el sendero de las hadas             hay libélulas de nácar
y el camino de los ángeles.        y pececillos de esmalte.





luis salvador efrain salazar arrue
(Sonsonate, 1899 - San Salvador, 1976) Artista y escritor salvadoreño también conocido por el seudónimo de Salarrué, una de las voces fundamentales de la literatura hispanoamericana por su concisión y fuerza en la recreación de la realidad de su pueblo.

Su identificación con el mundo del campesino salvadoreño y sus exploraciones en los asuntos esotéricos orientales y de ciencia ficción han llevado a valorarlo como uno de los iniciadores de la nueva narrativa latinoamericana y como destacado exponente de la cultura de su país. Sus Cuentos de barro (1933), relatos de extrema brevedad, contribuyeron a forjar la estética del cuento hispanoamericano.

Instalado con su familia en la capital salvadoreña desde los ocho años, a los diez años publicó ya sus primeros textos en el Diario de El Salvador. Formado en el Liceo Salvadoreño, el Instituto Nacional y la Academia de Comercio, estudió además pintura y dibujo con el maestro greco-ruso Spiro Rossolimo, y más tarde, gracias a una beca, en la Corcoran School of Art de Washington, donde con veinte años realizó su primera exposición individual en la Hisada's Gallery.

De regreso a El Salvador, contrajo nupcias con la artista Zelie Lardé y comenzó a prestar servicios laborales en la Cruz Roja. En 1928 fue contratado como redactor jefe del diario Patria, dirigido por los escritores Alberto Masferrer y Alberto Guerra Trigueros. Publicó allí artículos y sus primeros relatos, reagrupados luego en Cuentos de cipotes. Fundó y dirigió las revistas Amatl y Espiral; a lo largo de su vida colaboraría en numerosas rotativos y revistas literarias y artísticas.

Miembro de la Sociedad de Amigos del Arte (1935-1939), durante varios años trabajó como agregado cultural de la delegación diplomática en Estados Unidos, y participó en la Conferencia de Educación organizada en julio de 1941 por la Universidad de Michigan. Alternó la literatura con la pintura; se recuerda especialmente el éxito de sus exposiciones en Nueva York y San Francisco (1947-49) y de algunas de las que realizó posteriormente en su país y de nuevo en Estados Unidos entre 1958 y 1963. Otra de sus facetas artísticas fue la de compositor: se le deben más de un centenar de canciones.

En 1963 ocupó el puesto de Director General de Bellas Artes, y en 1967 fundó, en el parque Cuscatlán, la Galería Nacional de Arte (actualmente conocida como Sala Nacional de Exposiciones), centro cuya dirección asumió. Desde 1973 hasta su fallecimiento fue asesor cultural del gabinete del Director General de Cultura, Carlos de Sola.

Poema La Brisa de Salvador Salazar Arrué

Sopla la caña de la brisa leve
y hay la melodía que se irisa;
se danza con la dicha de la brisa
y hay dicha en la hoja que se mueve.

Al soplo de esta música en ?creciendo?
la espiga ensaya un ritmo trascendente
aprendido en la fuga de la fuente
y se sabe fugar, permaneciendo…

Sobre el juncal que cimbra con delicia,
ondulando la luz, en su caricia
despierta melodías olvidadas

y se mueven sus manos angelinas,
que interpretan llanuras y colinas,
con prisa de palomas desaladas.



Roque Dalton


(San Salvador, 1935 - cerca de Quezaltepeque, 1975) Poeta salvadoreño cuya obra, de estilo coloquial y socialmente comprometida, fue partícipe de la renovación de la lírica latinoamericana de la década de 1960. Nacido en la popular barriada de San José de la capital salvadoreña, el joven Roque Dalton cursó sus primeros estudios en los colegios religiosos Santa Teresita del Niño Jesús y Bautista, para ingresar posteriormente en el Externado de San José, donde en 1953 obtuvo el graduado como bachiller.

Roque Dalton
Desde muy joven manifestó una acusada conciencia social que le llevó a militar en los movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales en Centroamérica. En 1956, mientras estudiaba Leyes en la Universidad de El Salvador, fue en uno de los miembros fundadores del Círculo Literario Universitario, y en 1957 se desplazó hasta Moscú como delegado salvadoreño en el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad. Previamente había estado en Chile para cursar estudios superiores de Jurisprudencia (1953), carrera que complementó en su país natal con la de Ciencias Sociales (1954-1959), y en la Universidad de México con la de Etnología (1961).

Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea. Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959). En 1963, con la publicación de uno de sus mejores poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en el certamen Casa de las Américas, certamen que siete años después ganaría con el poemario Taberna y otros lugares (1969).

Su actividad política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el camino del exilio. Emprendió entonces un periplo que le llevó a residir y trabajar en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, estancias en el extranjero que solía interrumpir con esporádicas visitas a su país natal. Se ganaba la vida con los ensayos y artículos que iba publicando, lo que le permitió viajar también, unas veces por motivos periodísticos y otras por activismo político, a las Repúblicas de Vietnam y Corea, y a numerosos países europeos y sudamericanos.
Por desavenencias con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandonó el Partido Comunista y se mantuvo al margen de su militancia política hasta que, en 1973, regresó a El Salvador para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Delfos Marín. Tras colaborar activamente con esta organización clandestina partidaria del enfrentamiento directo y la lucha armada, por oscuras razones que nunca se han llegado a aclarar fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios compañeros de armas, que abandonaron su cuerpo en un paraje agreste donde fue despedazado y devorado por las fieras. Esta ejecución desencadenó airadas protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar

El Salvador será

El Salvador será un lindo
y (sin exagerar) serio país
cuando la clase obrera y el campesinado
lo fertilicen lo peinen lo talqueen
le curen la goma histórica
lo adecenten lo reconstituyan
y lo echen a andar.

El problema es que hoy El Salvador
tiene como mil puyas y cien mil desniveles
quinina callos y algunas postemillas
cánceres cáscaras caspas shuquedades
llagas fracturas tembladeras tufos.

Habrá que darle un poco de machete
lija torno aguarrás penicilina
baños de asiento besos pólvora.



Hugo Lindo estudió jurisprudencia y ciencias sociales la Universidad de El Salvador, por la que se doctoró en 1948. Su tesis, El divorcio en El Salvador, fue galardonada con una medalla de oro por las autoridades académicas. Sirvió como embajador en Bogotá y Madrid y llegó a ser ministro de educación (1961). Posteriormente fue nombrado director de la Oficina de Asuntos Culturales de la Organización de Estados Centroamericanos. Perteneció a la Academia Salvadoreña de la Lengua, de la que fue director emérito, y fue miembro correspondiente de las Academias de España, Chile, Colombia y Honduras.

Su poesía busca alcanzar la revelación lírica a través de la claridad y la transparencia, y es también un acto de conocimiento, una búsqueda de las formas enclavadas en la realidad. La exactitud y claridad poéticas, sin embargo, denotan una lucha contra lo transitorio de la vida, las cosas y las propias palabras: "Y cada vez que pienso una palabra /digo / no es esto, / no. // Cubre una red sonora / un extenso vacío.// No es esto, / no. / Todavía no es esto.// Mejor borremos una a una, todas / las palabras escritas", sentimiento de fugacidad que intenta vencer suministrando a las palabras todo su poder redentor.

Entre sus numerosos poemarios merecen destacarse Clavelina (1936), Poema eucarístico y otros (1943), Libro de horas (1948, primer premio del Certamen Permanente 15 de Septiembre), Sinfonía sin límites (1953), Trece instantes (1959), Varia poesía (1961), Navegante río (1963, primer premio de los Juegos Florales de Quezaltenango), Sólo la voz (1968, premiado en el Certamen Nacional de Cultural), Maneras de llover (1969), Este pequeño siempre (1971), Resonancia de Vivaldi (1976), Fácil palabra (1985) y Aquí mi tierra (1989). Póstumamente apareció Desmesura (1993), un largo poema de carácter autobiográfico que quedó inconcluso.

Sus cuentos fueron antologados en diversas selecciones regionales como la Antología del cuento moderno centroamericano (1949-1950). De su obra en prosa destacan sus narraciones religiosas e introspectivas como El anzuelo de Dios (1956) y ¡Justicia, señor gobernador! (1960), junto a otras novelas como Cada día tiene su afán (1964) y Yo soy la

Poema Fácil Palabra de Hugo Lindo



¿cómo responderé lo que no pue

Fácil seria la palabra
sin hojas.
Fácil como un vacio.
Como una sombra.
Pero ocurre al contrario: te arrimas al silencio
y ella te acosa
llena de ideas,
de memorias,
siempre con algo entre las manos.
Y simplemente no la logras
desnuda, sola.


Teníamos que decirnos muchas cosas
y no hallábamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejeciamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o sintiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este testimonio:
teníamos que decirnos muchas cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?

Amor amor amor amor setenta veces,
setenta veces siete veces.
Amor amor amor amor. Nadie habrá que lo olvide.
Siempre quién lo recuerde.


Los ojos fueron el primer idioma
y las tímidas manos el segundo,
la palabra, el tercero, y es el cuarto
este callar sencillo, pero juntos.

Y si a mí me preguntan por tu fuerza
de enredadera en flor, de irresistible
fragancia, de rocío refrescante,
de amoroso follaje y sombra firme,

de
sin menguar, decirse? 



INTEGRANTES: 
Maria Lucia Mercedes Zometa     2TD- 31
Rosa Andrea Miranda Martinez   2TD-32 
Beatriz Eunice Serrano Alberto     2TD-45

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